Mi
nombre es Julie Marie González Padilla, una chica con el pelo rubio,
largo y liso de ojos azul cielo, dientes blancos, delgada y un poco
alta, con la piel lisa y suave, mejillas rosadas y labios pintados de
color carmín. Realmente guapa, lista y con ganas de hacer amigos.
Yo
era una joven decidida a instalarme en la gran ciudad estadounidense
cuando solo tenía 30 años. Tuve que despedirme de La Vieja I´
Visillo, de La Blasa y de El Tío de la Vara; fieles amigos míos que
siempre la estaban liando en el pueblo y de José Mota, el gran
cómico deseándole suerte en su trabajo y que tuviese mucho éxito
en otros países además de en España. Les conté que a lo mejor
conocía a La Pantera Rosa ya que me contaron que había sido vista
cerca de donde actualmente vivo.
Compré
un bonito piso cuando me instalé en la gran ciudad de New York,
dispuesta a ganar dinero con un simple trabajo de camarera en un
restaurante.
Siempre
llevaba a diario un vestido rojo con una blusa rosa de manga corta
por debajo, unos zapatos rojos, unas medias rosas en las piernas y
una diadema roja en la cabeza.
En
mi tiempo libre me dedicaba a ser una detective que hacía sus
propias investigaciones. Por ejemplo, de La Pantera Rosa.
Rebuscaba
en libros, en periódicos, en la televisión... Pero nunca la habían
visto en realidad; según se creía.
Un
día, mis investigaciones obsesivas de detective me llevaron hasta un
gran cine en donde se decía que iba a ir aquel día la reina de
Inglaterra.
Yo
fui de incógnito para ver en persona a la reina de Inglaterra porque
era otro de mis grandes sueños; conocer a una reina en persona.
Cuando
entré, había un montón de actores y hombres ricos con trajes
negros, zapatos negros, un pañuelo blanco que les asomaban del
bolsillo sus chaquetas y una pajarita negra, las actrices y mujeres
ricas llevaban elegantes vestidos que llegaban al suelo, zapatos de
tacón, elegantes bolsos, elegantes peinados, algunas llevaban largos
guantes blancos que conjuntaban con el vestido o eran blanco, alguna
que otra joya como pendientes, collares, pulseras, anillos... y
llevaban la cara cubierta de maquillaje como pintalabios, colorete,
rímel, sombra de ojos, pinta uñas en las uñas de las manos, etc.
Estaban
todos en la gran entrada del cine o sea dentro del gran cine, con una
alfombra roja extendida. Algunos hombres se colocaban las pajaritas,
se miraban los zapatos, se echaban un espray para la boca para que el
aliento no les oliese mal... Las mujeres no estaban tan nerviosas
como los hombres, solo se tocaban el pelo un poco y coqueteaban a la
vez que presumían.
Yo
no era ni rica, ni famosa pero una anciana de 60 años que era vecina
mía me había prestado un precioso vestido rojo de manga corta que
llegaba hasta el suelo, unos zapatos rojos de tacón, unos largos
guantes blancos, un bolso rojo, un collar blanco y unos pendientes
con detalles blancos para ir de incógnito y le prometí que se los
devolvería. También me había echado colorete en las mejillas,
rímel en las pestañas, colonia con olor a rosas, me había pintado
los labios de color carmín, me dejé el pelo suelto y me puse mi
típica diadema roja.
Algunos
hombres me miraban con cortesía y coquetería, mientras que la
mayoría de las mujeres ni siquiera me miraban; solo hablaban de la
reina de Inglaterra y de hombres.
Me
puse en un sitio en el que no llamaría mucho la atención, dispuesta
a darle la mano cortésmente a la reina y a veces me ponía nerviosa
y movía mi mano derecha arriba y abajo ensayando el saludo.
Me
sentía muy sola entre tanta gente importante, hasta que de repente
llegó corriendo un hombre de más o menos 40 años; moreno, con los
ojos marrones y un poco más alto que yo; casi de mi misma altura con
un traje negro, unos zapatos negros, con una pajarita negra y sin
pañuelo en el bolsillo de su chaqueta. Solo yo fui la única que lo
miró. Se puso a mi lado, a la izquierda de mi y movía su mano
derecha arriba y abajo ensayando el saludo. De repente, un hombre que
había a su izquierda se colocaba el pañuelo que llevaba en su
chaqueta. Aquel hombre que estaba a mi lado sacó un papel blanco, lo
dobló como si fuese un pañuelo y lo metió dentro del bolsillo de
su chaqueta haciendo que el papel quedase asomado del bolsillo de su
chaqueta como los demás pañuelos. A continuación se echó un poco
de espray en la boca y miró a los zapatos del hombre de su lado,
metió la punta de su dedo pulgar de su mano derecha en su boca y lo
sacó de la boca, dando lugar a que se agachase y se mirase los
zapatos e intentó quitar una mota de algo que había pegada en su
zapato derecho. Después como no tenía nada para limpiarse el dedo,
bajó la cremallera de la bragueta del pantalón del traje, metió el
dedo dentro y se lo limpió.
De
repente llegó la reina de Inglaterra y aquel hombre todavía no
había sacado el dedo de la bragueta, lo peor; la bragueta aún
seguía bajada. Alarmada de la situación, decidí reaccionar.
-¡Sire!
(Que significa: ¡Señor!)-le dije yo creyendo que aquel hombre no
entendía español y miré la bragueta abierta.
El
hombre me entendió e sacó su dedo pero yo le dije:
-¡Sire!-
Y
el hombre vio que todavía tenía la bragueta abierta e intentó
subírsela pero la cremallera se había quedado atascada y la reina
andaba cerca.
-¿Can
I help you? (Que significa: ¿Puedo ayudarte?)-pregunté yo muy
preocupada.
-Yes,
please. (Que significa: Si, por favor.)-me respondió el hombre.
Entre
los dos logramos subir la cremallera de la bragueta de sus pantalones
sin que nadie se diese cuenta y fingimos que todo iba normal.
-Thanks,
for save me. (Que significa: Gracias por salvarme.)-me dijo el
hombre.
Yo
solo le respondí:
-You´re
welcome. (Que significa: De nada)-
Le
di la mano a la reina en cuanto se acercó a mi y después, la reina
iba a darle la mano a aquel hombre; pero el hombre en vez de darle la
mano, le dio un cabezazo en la cabeza sin querer, haciendo que la
reina cayese dolorida al suelo y varias personas fuesen a ayudarla.
El
hombre, avergonzado por lo que había hecho; se marchó de allí
corriendo.
Yo
corrí tras el hombre, tratando de alcanzarle pero lo perdí de vista
pasando un par de calles y me marché decepcionada a mi casa,
tratando de pensar, solo en conocer a La Pantera Rosa y probar que
existe.
De
repente me choqué con un hombre que era inspector con pelo gris y un
bigote gris, uniformado de más o menos 40 años también, como aquel
hombre al que conocí.
-Sorry,
sire. (Que significa: Lo siento, señor.)-dije yo.
-No
importa.-me respondió el inspector con acento francés sacando un
pequeño diccionario del bolsillo de la chaqueta de su uniforme y
mirando el significado.
-¿Usted
habla español?-pregunté yo muy sorprendida de que hablase mi
idioma.
-Si,-dijo
el inspector muy sorprendido también de que yo hablase español-
¿Usted también?-
-Si-
dije yo y luego le tendí la mano cortésmente- Soy Julie Marie
González Padilla. ¿Y usted?-
El
inspector me tomó suavemente la mano- Inspector Crussoe. Hablo
francés y español.-
-¿Viene
de Francia o de España?-pregunté yo.
-Vengo
de Francia.- dijo el inspector Crussoe- Mi padre era de París y mi
madre era de España.-
-¿Y
vino a trabajar a New York?-pregunté yo.
-Si-
dijo el inspector- Y no solo eso; también vine para conocer a La
Pantera Rosa y probar que existe en realidad.-
-Como
yo- dije yo- Yo vine a New York para trabajar y para conocer a La
Pantera Rosa y probar que existe en realidad.-
-Veo
que eres como yo.-dijo Crussoe- ¿Eres de España?-
-Si.-dije
yo.
-¿Te
gustaría intentar descubrir a La Pantera Rosa conmigo?-preguntó
Crussoe esperando un si.
-Por
supuesto- dije yo.
-Entonces,
¿socios?-preguntó Crussoe esperando un si.
-Si-
dije yo- encantada de ser tu socia.-Y luego miré una caja que tenía
entre sus manos-¿Qué lleva en esa caja?-
-Es
una copia del diamante de La Pantera Rosa.-dijo Crussoe abriendo la
caja y enseñando una copia del diamante de La Pantera Rosa, ese tan
famoso que hay en un gran museo de New York- Me lo dieron por
recuperar el verdadero diamante.-
-¡Eso
es maravilloso!-dije yo.
Ahora
soy detective, y junto a Crussoe buscamos desesperadamente a La
Pantera Rosa, pero no solo eso. También participamos en una
investigación privada para encontrar el verdadero diamante de La
Pantera Rosa que fue robado esa misma noche, aunque yo creo que si
era de La Pantera Rosa; se lo pudo llevar La Pantera Rosa.
Y
el hombre de la noche del robo, no era nada más y nada menos que el
famoso Mr. Bin.
Julia:
Julie y sus historias de la gran ciudad. Editoriales I.julia.
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